Libros. Entrevista a Daniel Sorando y
Álvaro Ardura, autores de “First We Take Manhattan. La destrucción creativa de
las ciudades”
Por Enric Llopis/ Resumen Latinoamericano/ 29 de mayo de
2017.-
“Gentrificación”, de barrio popular a distrito burgués.
En 1964 el sociólogo Ruth Glass empleó por primera vez el
término “gentrificación” (de “gentry”, pequeña nobleza rural británica). Hacía
referencia a las familias británicas de clase media que se trasladaban al
centro de Londres, tradicionalmente de clase obrera. En los procesos señalados
por Glass, los recién llegados al centro londinense –con mayor poder
adquisitivo que los autóctonos- rehabilitaron edificios y viviendas, lo que
incrementaba su valor inmobiliario y el “estatus” de los distritos. Con apuros
cada vez mayores para afrontar los alquileres, el vecindario más humilde fue
poco a poco abandonado estas barriadas, que mutaron de fisonomía. Después de
las transformaciones estarían habitadas en buena medida por clases medias,
altas y profesionales, sobre todo de piel blanca.
“Gentrificación es la apropiación de un barrio por una
‘gentry’ urbana que no lo habitaba previamente”, resumen el sociólogo Daniel
Sorando y el arquitecto Álvaro Ardura, autores del libro “First We Take
Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades”, publicado en 2016 por
Catarata. El título procede de la canción que Leonard Cohen dedicó al célebre
distrito neoyorkino. Los autores proponen un modelo con las siguientes fases:
abandono, estigma, regeneración, mercantilización y, en muchas ocasiones,
resistencias. El libro de 175 páginas también puede leerse como un paseo
sociológico por los barrios de Soho (Nueva York), Beleville (París), Southwark
(Londres) y Kreuzberg (Berlín); pero también por zonas urbanas más cercanas,
como Malasaña (Madrid), La Magdalena (Zaragoza), El Raval (Barcelona) y el
Cabanyal (Valencia). “El proceso de gentrificación no es neutral, sino que
contrapone los intereses de diferentes grupos sociales”, afirman los autores en
el prólogo.
-¿Qué ejemplos de “gentrificación” citan los sociólogos como
punto de referencia y por qué? ¿Hay algunas pautas que se repitan en diferentes
ciudades?
Si bien el término gentrificación lo acuña Ruth Glass en el
Londres de los años sesenta, quizás las formas más emblemáticas de este
fenómeno se han producido en la ciudad de Nueva York y, más en concreto, en la
isla de Manhattan. Esta es la razón por la que decidimos tomar prestado de
Leonard Cohen el título de su canción (First We Take Manhattan) para nuestro
libro. Al respecto, el abandono público y privado de barrios enteros de
Manhattan como el Lower East Side durante los años sesenta y setenta ofrece un
magnífico ejemplo de que, si bien la gentrificación no suele ser un proceso
planeado por unos cuantos agentes capitalistas, cada una de las etapas que la
componen está regida de manera especialmente elocuente por las leyes de este
modo de producción.
En otros casos, la alianza entre gobernantes locales y
agentes económicos es más nítida, como en el caso de Southwark (Londres) o el
Cabanyal (Valencia). Sin embargo, en otras ocasiones quienes inician el proceso
de revalorización de un barrio abandonado son pioneros urbanos, desde artistas
hasta trabajadores sociales, quienes no persiguen conscientemente propiciar
procesos de gentrificación, pero no pueden controlar los efectos que su
posición social ejerce sobre el barrio donde aterrizan. Al respecto es
emblemático el caso del Soho en Nueva York o Chueca en Madrid. En todo caso, la
razón por la que estos procesos son conflictivos reside en el desplazamiento de
los grupos más débiles de estos territorios.
-¿Otorgan las definiciones canónicas de “gentrificación” un
peso excesivo a los centros históricos, dado que las transformaciones y
desplazamientos de población pueden darse también en periferias urbanas,
fachadas marítimas, territorios de huerta o simplemente enclaves de interés
para un desarrollo urbanístico?
La teoría del “rent gap” (diferencial entre el beneficio
inicial obtenible por los activos inmobiliarios y el beneficio final posible)
que enunció Neil Smith explica la gentrificación principalmente por dos
factores: el deterioro previo del área, y su posterior puesta en valor. Cuanto
mas deteriorado esté el barrio más margen existe, eso está claro. Ahora bien,
la puesta en valor depende de varios factores, de los que la localización o la
accesibilidad es uno de los más importantes. No es el único, también pesa por
ejemplo la tipología del parque edificatorio. Sobre esas bases se produce el cambio
en el carácter simbólico del barrio.
Los centros, históricos o no, tienen grandes ventajas de
localización y accesibilidad al transporte público, además de edificios de
valor patrimonial, por lo que eran las víctimas obvias en primera instancia. No
obstante, una vez que el mercado de las áreas centrales está saturado, ese
mecanismo puede extenderse a zonas más periféricas, siempre que existan algunos
de esos factores. Hay una cierta “segunda ola” de casos de gentrificación en
zonas periféricas, como Williamsburg en Brooklyn, Pantin en Paris, o Southwark
en Londres. Ahora bien, en todos esos casos el valor de localización se explica
por su buena accesibilidad al transporte público y en algunos casos por la
inversión en esas zonas (que se puede ejemplificar en el complejo de la Villete
en Pantin, o la Tate Modern en la ribera sur de Londres).
-Pero antes de la llegada de las nuevas familias tiene lugar
un proceso de huida y abandono de las barriadas, que situáis –en términos
generales- en los años que siguen a la segunda guerra mundial. ¿En qué consiste
esta huida? ¿En qué ciudades puede percibirse claramente este éxodo de
población?
En el contexto estadounidense, en la postguerra se produjo
una llegada de población negra de origen rural a las ciudades en busca de
trabajo. Casi en paralelo, la burguesía blanca inició el llamado “white
flight”, mudándose a los suburbios, donde en muchos casos había un cierre
estructural para la población negra, si no regulación ex profesa como en el
caso de Levittown. Por ello, hay un componente de clase y racial. El caso de
Detroit es bastante paradigmático, con una capital 80% negra y pobre, y unos
suburbios 80% blancos y ricos. En otros contextos como el inglés,
principalmente Londres, que había sido muy bombardeada durante la guerra,
también se produce ese movimiento de la burguesía hacia los suburbios, pero el
componente racial está mas atenuado en inicio, y ya en la Europa continental es
mucho más tardío, por lo que ese movimiento se hace con segregaciones
espaciales en términos de clase y de una forma menos masiva.
-¿Es extensible la tendencia señalada a la Europa
continental?
Hay que tener en cuenta que en las ciudades de la Europa
continental la burguesía optó por una estrategia diferente que su equivalente
anglosajona durante la revolución industrial. En lugar de construir una utopía
urbana en los suburbios que aparecen en películas como American Beauty o
Revolutionary Road, los burgueses de la Europa continental movilizaron la
fuerza del Estado para expulsar desde el inicio a las clases populares hacia la
periferia. Al respecto no hay mejor ejemplo que la destrucción del París
medieval para construir posteriormente las avenidas proyectadas por Haussmann
para enfrentarse con eficacia a las barricadas de los revolucionarios parisinos
del siglo XIX. Por tanto, el proceso de abandono del centro es mucho más
intenso en las ciudades anglosajonas, lo cual hace más intenso el proceso en
ellas que en las ciudades del continente europeo donde el proceso de concentra
en barrios más localizados como Lavapiés o El Raval, en el caso español.
-¿Qué importancia tienen en estos procesos de sustitución lo
que el sociólogo estadounidense Richard Florida lleva más de una década
llamando, con gran fortuna, ciudades y clases “creativas”? ¿Qué opináis de sus
teorías, se le puede considerar un legitimador de la “gentrificación” y del
urbanismo neoliberal?
Lo de gran fortuna es cierto tanto académica como
económicamente porque Florida cobra a precio de oro sus asesorías urbanas. Sin
duda se trata del mayor exponente de un modelo de ciudad elitista en la que el
modelo urbano debería volcarse en facilitarle la vida a una elite global (las
clases creativas) que es definida como la materia prima fundamental para el
progreso en una sociedad informacional. Desde estos presupuestos se olvida que
este modelo urbano se sostiene sobre el trabajo precarizado del resto de
trabajadores y trabajadoras (remunerados o no) que sostienen su infraestructura
(desde los servicios de cuidado hasta la limpieza y seguridad). El resultado es
el disciplinamiento de las ciudades para que se adapten al gusto de las clases
creativas que se desea atraer. En el proceso, el resto de la población sólo es
visibilizada cuando se opone en estos planes y, en tales casos, es representada
mediante estrategias de estigmatización que justifiquen su desplazamiento.
-En el libro dedicáis un buen número de páginas a explicar
las transformaciones en el Lower East Side de Manhattan, ¿En qué consisten
éstas y el “milagro” del South Bronx?
Tanto en el Lower East Side como en el South Bronx las
etapas clásicas de la gentrificación se observan con gran nitidez. En primer
lugar fueron barrios públicamente definidos como “arriesgados” para la
inversión inmobiliaria por el tipo de vecindario que contenía (afroamericano y
empobrecido). Como resultado, los propietarios de las viviendas no pudieron
acceder a los préstamos subsidiados por el Gobierno Federal y, en consecuencia,
dejaron de invertir en las viviendas y edificios. Este abandono condujo al
deterioro de las condiciones de vida en estos barrios y a la huida de los
hogares que pudieron permitírselo. En ese momento el metro cuadrado de locales
y viviendas en ambos barrios alcanzó valores mínimos. Sin embargo, su
localización cercana al centro de la gestión y dirección de las finanzas
globales significaba que un cambio en los usos y usuarios de esos espacios
podría conducir a unos valores muy superiores.
-¿Cuáles fueron las consecuencias de estas mutaciones?
El resultado es que un barrio que parecía un desierto urbano
como era el South Bronx acoge hoy en día fiestas donde la elite neoyorkina
rebautiza el barrio como el Piano District (aprovechando la presencia fábricas
de pianos en el pasado de esto territorio). Se trata de una fiesta a la que
sólo algunos neoyorkinos están invitados y en la que finalmente son
beneficiadas las agencias inmobiliarias que han conducido el proceso. Mientras
tanto, sus antiguos habitantes son excluidos en periferias cada vez más
distantes, lejos de los espacios de su memoria y sus relaciones sociales más
importantes.
-Una de las fases de la “Gentrificación” es el estigma que recae
sobre los barrios sometidos al proceso. ¿Qué mecanismos y lenguajes se utilizan
(por ejemplo los “underclass” y el “gueto”), y a través de qué canales se
propagan? ¿Por qué el libro destaca el barrio londinense de Southwark?
El caso de Southwark es muy interesante porque pertenece a
esa segunda generación de casos de gentrificación de la que hablábamos antes,
que no afecta a zonas tan centrales. También porque en los casos que
mencionamos de Southwark, los de los housing estates de Aylesbury y Heygate,
concurren varias características muy claras. En primer lugar, el estigma está
clarísimo, estos estates de Southwark pasaron de ser proyectos “modelo” en la
época de su construcción para clases trabajadoras (Tony Blair hizo uno de sus
mayores mítines allí en sus primeras elecciones) a ser considerados barrios
conflictivos; en el caso de Aylesbury se llegó a emitir un ident de Channel
Four en el que se exageraban las condiciones de degradación del barrio, lo cual
motivó que la asociación de vecinos exigiese su retirada (lo que no se hizo) y
rodó una versión alternativa del video.
Esa estigmatización fue lo que justificó la operación
urbanística que supuso la renovación total del barrio de Heygate (la de
Aylesbury esta en litigio), con un desplazamiento brutal de la población
inicial, a pesar de que se suponía que la nueva promoción garantizaría el
realojo a parte de los vecinos (lo que no se produjo) y una oferta de vivienda
asequible (affordable housing) que no se controló y de facto no existe. Es
especialmente sangrante también porque este estate era en su totalidad público,
así que ha habido una privatización brutal. David Harvey lo llamaría
acumulación por desposesión.
-¿Pueden distinguirse diferentes formas de gentrificación?
Mientras que en la gentrificación clásica el capital que
invertía en la operación inmobiliaria era de origen local, o como mucho
estatal, en la actualidad se pueden atraer flujos financieros internacionales,
sobre todo en una ciudad global (por usar la terminología de Saskia Sassen)
como es Londres. En Southwark la promotora de la operación de renovación de
Heygate es australiana, Lend Lease.
-¿En qué consiste lo que oficialmente se denomina
“regeneración” urbana, y en qué medida viene determinada por el capital
privado? ¿Puede aplicarse el modelo al Raval o “chino” barcelonés y a la
Barcelona olímpica?
Bajo el paraguas de la “regeneración” urbana se incluyen
actuaciones de diverso tipo. El término es un tanto engañoso por su alusión a
un proceso biológico, que parece casi inevitable. En principio se trataría de
actuaciones que deberán conducir a la revitalización (otro termino biológico),
reactivación, o como queramos llamarlo, de zonas degradadas. Pero muy
frecuentemente de los que se trata es de operaciones de renovación urbana, con
sustitución de edificación más o menos obsoleta, que implican un desplazamiento
de la población original, como hemos visto en el caso de Southwark. Por tanto,
el barrio mejora materialmente, en sus calles y sus edificios, pero socialmente
no lo hace, no se mejoran las condiciones de vida de la población original.
-En el fondo, ¿no se trata, con las variaciones que se
quiera, de numerosos ejemplos que históricamente remiten la idea del Barón
Haussmann, aplicada a partir de 1852 en París; y que supuso en dos décadas
mutar un centro histórico de callejones medievales por una capital de bulevares
y grandes plazas?
Efectivamente. En el libro empleamos un concepto de Manuel
Delgado que describe muy bien la lógica de las operaciones de regeneración
urbana: el urbanismo exorcista. En síntesis, se representa la vida popular en
los centros urbanos como un mal que es necesario extirpar y que tiene poseída a
la ciudad. Este mal, además, impide llevar adelante una operación que
presuntamente beneficiaría al conjunto de la ciudad (como la Barcelona olímpica
o la apertura del Raval. En consecuencia, las operaciones de regeneración
urbana emplean toda una serie de palabras y estrategias con las que se habla,
pero de las que no se habla, tal como explicaba Bourdieu que opera el
neoliberalismo más sutil. Estas palabras son la mezcla social, la cultura o el
civismo. Para entendernos, es muy difícil estar a favor de la gentrificación
pero resulta mucho más cómodo aceptar la instalación de un centro cultural, la
promoción de la mezcla social en un centro histórico o el aterrizaje de
patrullas de la policía en ciertos barrios representados como conflictivos por
los medios de comunicación.
-¿Encajaría mejor en el barrio madrileño de Malasaña la idea
de “mercantilización” que la de “gentrificación”? ¿El proceso es similar al de
los barrios del SoHo en Nueva York, o Marais y Belleville, en París?
Desde nuestro punto de vista la mercantilización es la fase
final del proceso de gentrificación, de manera que no son conceptos
incompatibles entre sí sino estrechamente relacionados. Tal vez lo que
comparten Malasaña, el Soho, el Marais y Belleville es el papel central de los
pioneros urbanos en la revalorización del barrio: desde hipsters hasta
profesores universitarios, pasando por hogares homosexuales y artistas. Sin
embargo, no debe perderse de vista quienes son los más beneficiados en último
término por estos procesos.
Los hipsters logran beneficios simbólicos de distinción pero
los agentes inmobiliarios son quienes hacen el verdadero negocio económico. Es
decir, es importante que los signos de la gentrificación no nos impidan ver el
mapa global de la misma, así como distribuir adecuadamente las
responsabilidades en el proceso. Asimismo, es importante señalar que todos
estos procesos responden a la gentrificación clásica del siglo XX. En la
actualidad la gentrificación suele ser iniciada por las administraciones
públicas que buscan atraer inversiones, inversores y clases creativas mediante
la apertura de oportunidades de negocio y distinción en los barrios de sus
ciudades.
-El capítulo sobre las resistencias dedica muchas páginas a
la ciudad de Berlín, y a las luchas sociales en el barrio de Kreuzberg. ¿Qué
particularidades reviste la capital alemana y por qué se convirtieron en un
referente las resistencias en este barrio ocupado militarmente por los Estados
Unidos tras la segunda guerra mundial?
La razón fundamental consiste en que la mayor parte de la
población berlinesa reside en viviendas en alquiler, lo cual convierte el
problema de la gentrificación en un conflicto que no afecta sólo a las clases
populares de algunos barrios sino que también golpea a las clases medias de
diversos territorios de la ciudad. En consecuencia, la inclusión de este
proceso en la agenda pública es más rápida debido a la influencia mayor de las
clases medias en el dominio político. El resultado son numerosas estrategias de
resistencia contra la gentrificación tanto institucionales (los gobiernos
locales han empezado a tomar medidas importantes contra la gentrificación como
el control del aumento de las rentas del alquiler en determinados barrios) como
no institucionales (mediante acampadas, campañas de información u okupación de
edificios).
-¿La sociología crítica ha estudiado nombre de empresas y
bancos, con nombres y apellidos, que hayan promovido procesos específicos de
“gentrificación”?
El oscurantismo al respecto dificulta de forma muy notable
la investigación. No obstante, las entrevistas a asociaciones de vecinos y
técnicos municipales pueden revelar procesos tan significativos como el hecho
de que en Zaragoza un solo propietario (con nombres y apellidos) reúne tantas
viviendas en su haber en el Centro Histórico como el Ayuntamiento de Zaragoza.
En estas condiciones, la lucha contra la especulación se torna muy complicada.
Asimismo, a día de hoy los fondos de inversión internacionales están haciéndose
con numerosos edificios en los centros históricos de las ciudades españolas, de
este modo contribuyendo a su inflación mediante procesos tan especulativos como
los apartamentos turísticos.
-Por último, ¿puede convertirse un activista social, sin
pretenderlo, en agente gentrificador? ¿En qué medida?
Así es, y al respecto el barrio de Kreuzberg es
particularmente elocuente. Allí los activistas contra la gentrificación han
tomado conciencia de posibilidad de que sus acciones pudieran acabar
favoreciéndola. Esta es una cuestión delicada porque alude a la posición social
de muchos de los participantes en los movimientos sociales. En la ola de los
nuevos movimientos sociales muchos de sus miembros pertenecen a clases medias
preocupadas por los problemas de las clases populares. En consecuencia, la
ética y la estética de estos grupos conectan perfectamente con la de los
pioneros de la gentrificación. Esto se traduce en que tanto un grafiti contra
la gentrificación como un centro social okupado pueden ser signos atractivos
para grupos sociales que contribuyen a revalorizar el barrio aunque ese no sea
su objetivo.
En ocasiones, y para determinadas clases medias con alto
capital cultural pero sin una posición económica sólida, leer libros de
sociología crítica, apreciar el arte urbano o vivir en barrios estigmatizados
en el centro de las ciudades supone un signo de distinción. En resumen, si bien
su disposición política es favorable a la población original del barrio, los
valores que portan con su posición de clase contribuyen a pacificar y
revalorizar el barrio, lo cual es rápidamente aprovechado por el mercado. Sólo
la toma de conciencia de los procesos sociales en los que participamos puede
permitirnos controlar los efectos no deseados de nuestras acciones.
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