¿Cuántos turistas caben en tu ciudad?
TURISMO 10/07/2017 –
Normalmente cuando se
habla de turismo, parece ser que nuestro municipio, región o país puede
albergar un número infinito de turistas.
Nuestros políticos cada año sacan pecho de que este año nos visitaron
miles, millones de turistas dando la impresión que no existe límite.
Como cualquier territorio, nuestro municipio tiene
límites,especialmente en los conjuntos históricos y en los espacios naturales.
Los ámbitos ricos en patrimonio (sea natural o cultural) son los más sensibles
a cualquier alteración, y el turismo no es menos.
En este post, no queremos demonizar el turismo, porque aporta grandes beneficios a un territorio. El
principal es que valoriza económicamente el patrimonio cultural, natural o
paisajístico. La llegada de turistas
supone generalmente a los residentes de estos ámbitos un incremento en su renta
económica y la mejora de sus servicios.
Pero la no regulación del turismo puede tener efectos muy
negativos para los lugares de acogida. Uno de los más comentados en los cascos
históricos es la turistificación o gentrificación derivada por el exceso de
turistas. Aunque hay autores como el catedrático Troitiño Vinuesa, uno de los
grandes expertos en la planificación turística, hablan de un proceso de
elitificación. Las clases más altas, sean turistas o no, desplazan a la
población local de sus barrios.
El desplazamiento de la población local también supone una
pérdida de los usos tradicionales, banalizando dichos espacios. El fenómeno de
las viviendas turísticas apoyado en las aplicaciones de alquiler está
acelerando este proceso y modificando el comportamiento de los ciudadanos.
Además este proceso de elitificación o turistificación deteriora el paisaje
urbano, reduciendo su calidad o singularidad de dichos espacios.
Respecto al patrimonio natural la llegada masiva de turistas
puede hacer desaparecer el propio recurso.
La fragilidad de estos espacios a la intervención humana es mucho mayor,
ya que su singularidad depende en su mayoría de los casos, de la ausencia o de
la baja intervención humana. Por esta razón se debe analizar qué número de
turistas puede albergar dicho espacio. En los casos de los bienes naturales,
existe una mayor concienciación. Muchos de los parques naturales regulan el
número de visitantes y tienen zonas protegidas que no pueden visitar los
turistas. En el caso de los espacios culturales el análisis de la capacidad de
carga o acogida es menos habitual, y aunque se han realizado estudios se
refieren a zonas turísticas muy consolidadas. Como los elementos naturales cada elemento o casco histórico tiene una
serie de peculiaridades que lo hacen único. Por esta razón el análisis debe ser
personalizado, analizando su contexto y su realidad territorial , en este caso
urbana preexistente (social, cultural, territorial y económica). Además se debe
analizar el tiempo y espacio necesario que el turista necesita para tener una
experiencia satisfactoria del bien cultural (palacio, ruinas, catedral, etc.).
Como ya hemos dicho cada vez es más evidente el impacto de
la masiva llegada de turistas en la sociedad local. Por eso es tan importante
conocer que capacidad de carga que tienen nuestros municipios, detectando
cuales son las zonas y los factores más sensibles. Pero cuando hablamos de la
capacidad de carga de ámbitos más grandes (barrios o municipios) además de
tener cuenta la sociedad debemos tener en cuenta muchas más cosas como los
recursos naturales (energía, suelo o agua) o los residuos. La recepción masiva
de turistas dispara el consumo de recursos y genera una gran cantidad de
residuos en determinadas épocas del año, pudiendo saturar los servicios
municipales. El análisis es el primer paso para estimar el refuerzo de las
infraestructuras y servicios existentes.
Además del análisis, las autoridades deben tomar medidas,
como la preservación de los cascos antiguos (zonas turísticas)
multifuncionales, y que no los protejan como museos, sin pensar en sus
residentes. En estos ámbitos existe una alta tendencia de proteger los bienes
patrimoniales y desproteger los vecinos de su entorno. Estos centros históricos
se llenan de establecimientos hoteleros, bares y restaurantes y otros servicios
para el turista, propiciando que la población local le sea muy complicado
vivir. Se debe limitar los usos propiamente
turísticos y fomentar usos que permitan la convivencia con la población
autóctona (escuelas, servicios sanitarios, supermercados o tiendas de
alimentación, etc.).
La capacidad de acogida de turistas de un municipio se le da
menos importancia de la que tiene. Pero si no queremos acabar con la gallina de
los huevos de oro (turismo), será mejor que gestionemos de una manera más
sostenible el sector y nuestro territorio.
Autor: Jose M. Taboada
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