quinta-feira, 7 de julho de 2016

Fabiana Pavel: El Turismo masivo desaloja a la población local de sus hogares



Fabiana Pavel: El Turismo masivo desaloja a la población local de sus hogares [Entrevista]
José Carlos León · 06/07/2016 |

Fabiana Pavel, Arquitecta italiana residente en Lisboa, ha presentado en el reciente congreso Contested_Cities celebrado en la Universidad Autónoma de Madrid una interesante ponencia sobre la Gentrificación, Turismo y Derechos de la población residente. Hemos aprovechado para preguntarle sobre un tema que afecta a capitales como Madrid o Barcelona y pequeñas poblaciones de todos los países visitadas por millones de turistas cada año. Mientras unos lo consideran una fuente de ingresos que asegura la supervivencia y conservación de esos lugares, otros, como ella, consideran que en realidad se están destruyendo irremediablemente. Esto fue lo que nos contó.

El turismo acabará con las ciudades tal y como las conocemos haciéndolas todas iguales.
Para Pavel, los centros históricos o bien se encuentran en grave estado de degradación o son objeto de intereses inmobiliarios. Estos recurren, de forma muchas veces distorsionada, a los conceptos de rehabilitación, regeneración o recalificación urbana, asociándolos en realidad a prácticas de gentrificación y/o renovación. La arquitecta experta en el tema cree que el incremento del turismo cultural asociado a una mayor facilidad de desplazamiento, así como el marketing cada día más elaborado, han transformado el turismo cultural un fenómeno de masas.

“La globalización de la economía se manifiesta también a través del turismo, aportando beneficios, y a la vez, excluyendo las identidades locales y transformando los espacios en objetos de consumo”.
En términos urbanísticos, esta situación lleva al reemplazo del comercio tradicional, la construcción de hoteles, la transformación de domicilios en alojamientos turísticos, el incremento de los valores inmobiliarios y del coste de vida, factores que, a su vez, conducen al éxodo de sus habitantes.

¿Qué es gentrificación explicado para alguien que viaja a otro país atraído por las fotos de los folletos o publicadas por sus amigos en redes sociales?

F.P.: La palabra “gentrificación” es un neologismo creado por la geógrafa británica Ruth Glass en 1964, y se refiere, de forma muy simplificada, a la sustitución de una población de parcos recursos económicos por otra de mayores recursos. Por lo que en la base del concepto, está una cuestión social cuyo principal motor es el capital económico. Desde los años sesenta hasta hoy, la economía, la cultura y el paisaje urbano han sufrido grandes cambios. Según varios investigadores, y yo misma, lo que permanece válido y caracterizador del proceso es la sustitución, forzada, de la población; es decir, el turismo de masas conlleva la sustitución de la población residente por otra, que está de paso, alojada en hoteles, hostels y airbnb. La población residente resulta, entonces, desalojada de formas muy diversas y más o menos directas.

No debemos culpar al turista, pues él es igualmente impulsado a “consumir” el espacio, el mismo espacio que es indispensable para el residente como su forma de estar en el mundo.
Las fotos y folletos publicitarios de los que hablas son fruto de un marketing urbano extremadamente bien construido, que ilude (engaña, burla) también a los turistas, a quienes se promete un escenario perfecto y atemporal.


¿Por qué es negativo este efecto cuando podría pensarse que es una forma de conservación de los barrios tradicionales poniéndolos en valor económico?

F.P.: Porque si es verdad que existen algunos habitantes o comerciantes que consiguen obtener algún beneficio, en general, éste no se comparte con la población, sino que se lo quedan las grandes empresas multinacionales y, normalmente, no se redistribuye, ni tampoco se reinvierte en la administración de la ciudad. Venecia es el ejemplo más llamativo de esta situación.
Además de la cuestión económica, del punto de vista de la rehabilitación y de la arquitectura, lo construido no es realmente restaurado. Los conceptos de rehabilitación y recuperación se utilizan de forma estratégica para esconder procesos de renovación y de fachada. Es muy común escuchar que “al menos los edificios que estaban en malas condiciones se recuperaron” y que “un día pueden volver a utilizarse como viviendas”. Pero la transformación interna de un edificio cambia la lógica del mismo, los espacios necesarios para un hotel son totalmente diferentes de los espacios necesarios para una vivienda. Además, el patrimonio no se limita a la fachada, la arquitectura es una obra de arte con muchos componentes y, como tal, tiene implicaciones sociales.
Somos llevados a pensar que si el edificio tiene una pintura bonita en su exterior, está conservado, pero insisto en que los valores patrimoniales de la arquitectura no se limitan a su fachada. A su vez, los valores inmateriales también se transforman en consumo y son desprovistos de su significado real.


¿Cómo puede un turista concienciado evitar la gentrificación? ¿Por qué debería evitarla?

F.P.: Antes, durante y después del viaje debería procurar entender, dentro de lo posible, cuál es la realidad socio-cultural y económica del lugar que visita. Evitar consumir lo mismo que encuentra en su país de origen, y sobre todo, tener presente, como viajante, que sus exigencias pueden no coincidir con las de un residente.
El caso que estudio con detalle es el Bairro Alto, en Lisboa, barrio tradicional de la vida bohemia de la que los propios habitantes se enorgullecen; pero la misma cambió mucho en los últimos años, y más de una vez, se volvió un objeto de consumo. La higiene y el ruido se volvieron problemáticos para sus habitantes, aunque en este aspecto considero que los propios lisboetas tienen mucha culpa, con comportamientos que denotan sobre todo falta de civismo. Yo pregunto: ¿te gustaría que alguien se pusiera tocando la guitarra a las 4 de la mañana en la puerta de tu casa? Por eso es importante que tanto los turistas como los mismos lisboetas sepan respetar y preservar el espacio público.

¿Por qué debería evitarla? Porque el viaje es, ante todo, una experiencia interior que nos ayuda, al confrontarnos con los demás, a entendernos a nosotros mismos. Si viajamos impulsados a consumir lo que consumimos en casa, el viaje no aportará nada a nuestro desarrollo personal. Además, al viajar, tenemos que ser conscientes de que estamos entrando en un espacio que no nos pertenece y que, por lo tanto, debemos respetar.
Lisboa es una ciudad fotogénica y pintoresca, famosa por su aspecto decadente que le da autenticidad ¿Durará mucho tiempo así? ¿Cómo ha cambiado en los últimos años?

F.P.: Ésta es una cuestión muy contradictoria. Yo amaba aquella Lisboa decadente y romántica. Sin embargo, no podemos olvidar que aquella decadencia implicaba la falta de condiciones básicas de habitabilidad. Esa visión se dio a conocer, por ejemplo, con el film “Lisbon Story” de Wim Wenders, o con la novela de “Sostiene Pereira” de Tabucchi, y representa una visión congelada en el tiempo que, aunque bella, no es deseable.

Lo que hoy preocupa es la presencia de una sociedad, en la mayoría de los casos necesitada, que reclama el derecho a ser portadora y (re)productora de su propia identidad y de su espacio.
Un hecho que me gustaría destacar es que en la década de noventa, el Ayuntamiento de Lisboa lanzó un proyecto pionero que procuraba la rehabilitación de las casas, para que los habitantes pudieran ganar las condiciones de habitabilidad que le faltaban, con el objetivo de proporcionarles las condiciones básicas de vida indispensables y así permanecer en su lugar de residencia. En esta época, el arquitecto Felipe Lopes, director de la Dirección Municipal de Rehabilitación Urbana (DMRU), defendía, con números, que para el Estado era más económico la rehabilitación de edificios en el centro de la ciudad que la nueva construcción de viviendas sociales en la periferia.
El pintoresco es romántico, pero irreal. Lo que es indispensable es proporcionar a todos el derecho a la ciudad.

¿Qué hubiera pasado sin la gentrificación permitida por las autoridades? ¿Qué alternativa había?

F.P.: El Ayuntamiento de Lisboa ya tenía la solución que fue defendida, como he dicho antes, por la DMRU y el arquitecto Felipe Lopes. El cambio político para un juego claramente neoliberal hizo perder la experiencia alcanzada en aquellos años, y también, es importante subrayar, se perdió la inversión económica que ya se había hecho. Las políticas urbanas no pueden nunca tener un efecto inmediato, tienen que mantenerse para que se consigan resultados a largo plazo.

¿Conoce algún caso parecido en otras partes del mundo?

F.P.: En España, el caso más conocido y representativo, genialmente explicado por Manuel Delgado, es Barcelona. Recientemente muy bien trabajado por mi amigo y compañero Agustín Cócola Gant. En todo caso, el modelo se repite en todo el mundo, desde Venecia hasta Nueva Orleans.

¿Qué es lo peor a nivel social de este fenómeno?

F.P.: Quitarle a la población el derecho a la ciudad, en favor de un beneficio económico que favorece sólo a las multinacionales.

¿Y no hay nada positivo? ¿No se beneficia la ciudad o el ciudadano normal de este proceso y desarrollo comercial y turístico? ¿No crea empleo o hace mas diversa y cosmopolita la población?

F.P.: En la gran mayoría de los casos sólo se crean trabajos informales y/o de corta duración que, en realidad, acaban por incrementar la deuda individual y pública. De forma muy sencilla y sintética, la mayoría de las personas que trabajan en el sector turístico no tienen contrato de trabajo, no tienen beneficios fiscales (aspectos que, por lo menos en los países europeos, después de la Segunda Guerra Mundial, se habían conquistado con muchas luchas) y acaban, al cabo de pocos meses, en el paro, con costes para el Estado.

La ciudad, desde un punto de vista patrimonial, se reduce, así, a un mero objeto de consumo. A mi modo de ver, los ayuntamientos están cometiendo un gran error histórico.

¿Queda algún barrio en Lisboa que no se haya gentrificado aún y que nos pueda recomendar?

F.P.: En el centro de Lisboa no existe un barrio entero que esté a salvo de este fenómeno. Aún existen algunos pequeños y pocos lugares, que guardo como un tesoro, pero si os interesan, estaré encantada de acompañaros y llevaros hasta ellos.


Despedimos a la Dra. Pavel, después de haber compartido un plato de jamón al que acompañaba la receta nada castiza de verduras en tempura, en la terraza de un pequeño callejón que une los barrios de Conde Duque con Malasaña. Nos ameniza la cena entrevista un acordeonista interpretando la banda sonora de Amelié y La Vida es Bella. Probablemente, salvo el jamón, podríamos estar en cualquier calle turística de la vieja Europa. Los vecinos, resignados, apagan las luces.

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